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Edelgard (Solo)

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló aire fresco al gobierno de Fódlan. No reparó en sacrificios para reformar el sistema de clases y regalarle a su pueblo una sociedad libre. Años más tarde, cuando consideró que su obra estaba completada, le cedió su puesto a un digno sucesor y desapareció de la vida pública.

Byleth & Edelgard

Tras una cruenta batalla, Byleth y Edelgard acabaron con la tiranía de la Diosa y sus acólitos. Herido/Herida y desprovisto/desprovista de su antiguo poder divino, se dice que Byleth no tardó en recuperar las fuerzas gracias a su voluntad inquebrantable. La admiración y el respeto que había nacido entre él/ella y Edelgard durante la campaña contra las Serpientes de las Tinieblas se convirtió en amor, por lo que poco después anunciaron su enlace. Juntos/Juntas, emprendieron una ambiciosa reforma del sistema de clases encaminada a garantizar las libertades individuales. Y, entre tanto trabajo, de vez en cuando encontraban un momento para tomarse un respiro.

Edelgard & Hubert

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló aire fresco al gobierno de Fódlan. No reparó en sacrificios para reformar el sistema de clases y regalarle a su pueblo una sociedad libre, objetivo que cumplió gracias en parte a la ayuda de Hubert, a quien siempre tuvo a su lado, dispuesto a librarla de toda carga pesada. Años más tarde, cuando la emperatriz consideró que su obra estaba completada, cedió su puesto a un digno sucesor y desapareció con Hubert de la vida pública. Se dice que pasaron el resto de sus días juntos, aunque muchos dudan que llegaran a reconocer abiertamente lo que sentían el uno por el otro.

Edelgard & Ferdinand

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard nombró a Ferdinand primer ministro. Sus puntos de vista eran totalmente opuestos en muchos asuntos, pero siempre se mostraron capaces de alcanzar acuerdos que redundaron en medidas beneficiosas para el Imperio. Unidos por su ambición de construir un futuro mejor para Fódlan, poco a poco su respeto mutuo se convirtió en amor, y no tardaron en anunciar su enlace. Sus hijos, criados por los dos máximos artífices del nuevo orden social, aprendieron desde jóvenes a forjarse su propio destino.

Edelgard & Linhardt

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló bríos al gobierno de Fódlan. Gracias a su sacrificio y a su incansable afán, fue posible sustituir el anquilosado sistema de clases por uno basado en la meritocracia. Sin embargo, muchos aún recuerdan que Edelgard desapareció de la vida pública por un tiempo durante su etapa al frente del Imperio. Se dice que pasó una larga temporada en el instituto de emblemología dirigido por Linhardt, poniéndose al tanto de sus avances y disfrutando de un descanso, algo a lo que no estaba acostumbrada. La aventura duró poco, pero ambos recordarían los días que pasaron juntos el resto de sus vidas.

Edelgard & Caspar

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard nombró a su marido, Caspar, ministro de Guerra. Este se ganó enseguida la fama de ser demasiado impulsivo para el puesto, algo que compensó con sus numerosos éxitos en el campo de batalla. La emperatriz, que valoraba los resultados prácticos, lo mantuvo a su lado, por más que, en su relación como pareja, las disputas eran frecuentes y por lo general bastante escandalosas. Pero se dice que a Edelgard le encantaba manipular a Caspar, y que él encontraba muy satisfactorio lograr que la emperatriz diera, de vez en cuando, su brazo a torcer. Era un matrimonio peculiar, pero feliz a pesar de todo.

Edelgard & Bernadetta

Cuando heredó de su padre el título de la Casa Varley, Bernadetta trató de alejarse de la política y recluirse en sus dominios, pero Edelgard, la flamante emperatriz de Adrestia, no lo permitió. Nombró a Bernadetta consejera del gobierno de Fódlan, en parte quizá con la intención de introducir algo de pasión en un ejecutivo un tanto desapegado y frío. Se contaba que la nueva asesora se tomaba los asuntos que la emperatriz decidía consultar con ella muy a pecho, y que, en ocasiones, sus lamentos y gritos de pánico podían oírse desde los alrededores del palacio.

Edelgard & Dorothea

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard devolvió a Enbarr su antiguo esplendor. Reconstruyó el edificio de la ópera, lo que inspiró a la Compañía Operística Mittelfrank a crear una magnífica obra sobre las aventuras de la emperatriz y sus compañeros, protagonizada ni más ni menos que por Dorothea. Al principio, Edelgard se oponía a que el espectáculo viera la luz, pero, tras comprobar la pasión con la que Dorothea interpretaba su papel, cambió de parecer. Desde entonces, se dice que la emperatriz adquirió un inusitado gusto por la ópera, y que asistía a funciones siempre que se le presentaba la ocasión.

Edelgard & Hanneman

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló bríos al gobierno de Fódlan, gracias en parte a las inestimables investigaciones sobre los emblemas de Hanneman, que seguía empeñado en solucionar las desigualdades que ocasionaban. El «Padre de la Emblemología» inventó una serie de herramientas mágicas que podían usar los no portadores, algo que encajaba de lleno con los planes de Edelgard, quien no tardó en encontrarles utilidad. Como era de esperar, dos personas con ideales y ambiciones tan afines acabaron transformando su relación, hasta entonces puramente laboral, en una de índole romántica.

Edelgard & Miguela

Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló bríos al gobierno de Fódlan. Su primer objetivo era reformar el sistema de clases y asegurarse de que el pueblo disfrutara de independencia y libertad. A este fin, nombró como consejera a Miguela, avalada para el puesto por su extensa red de contactos y su dilatada experiencia. La antigua cantante se convirtió también en la médica personal de la emperatriz, a quien mantuvo siempre en buena forma y con una salud de hierro. Se dice que las dos permanecieron solteras el resto de sus vidas y que su relación llegó a ser íntima.

Edelgard & Lysithea

Tras la guerra, Edelgard y Lysithea se ocuparon de lo que quedaba de las Serpientes de las Tinieblas. La lucha se alargó durante más tiempo del previsto y resultó ardua, pero también reportó beneficios: el análisis de sus milenarias técnicas reveló un modo de recuperar los años de vida que a ambas les habían arrebatado. Concluido el conflicto, la emperatriz y su fiel consejera se centraron en la labor de gobernar Fódlan, reformando su rígido sistema de clases y promoviendo la libertad de sus gentes. Lysithea se ganó el apodo de «Luz del Imperio», y junto a Edelgard abrió el camino a una nueva era de paz y prosperidad.

Constance & Edelgard

Tras el fin de la guerra, Edelgard permitió el reingreso de Constance en la nobleza. Aunque su nuevo título no era hereditario, Constance usó todos los recursos de la Casa Nuvelle para cimentar el orden social soñado por la emperatriz. Esta apreció mucho su labor y nunca dejó de pedirle consejo a Constance, lo que a su vez contribuyó a incrementar su autoestima. También se rumora que las unía una relación de amistad y que, si sus obligaciones se lo permitían, ambas escapaban en secreto de la corte para relajarse.