La Casa del Lobo Plateado

Lo veo y no lo creo. Pero si es la pequeña Hilda. ¿Por qué no has dicho nada antes?

¡Baltie, este no es momento para charlas! ¿Qué diría Holst? Ni se te ha pasado por la cabeza, ¿verdad?

Pues... no sé, pero no me gustaría nada.

Hilda
(...)

Lo siento, ¿vale? Oye, no le digas nada de esto a Holst. Si se enterase de que te he levantado la mano, me arrancaría la cabeza.

No solo la cabeza. De acuerdo, por esta vez dejaré que quede entre tú y yo.

Claude

Bueno, asunto resuelto... Por cierto, ¿a qué te referías cuando dijiste que tu suerte había mejorado?

Ah, eso. Una de las personas a las que les debo dinero es el conde de Gloucester.

Dijo algo de que me perdonaría la deuda si le daba información sobre ti. Pensé que sería mi oportunidad.

Claude

Así que era puro egoísmo. Ya veo. En todo caso, ¿hacía falta llegar a las manos?

Pues sí. La mejor manera de conocer a alguien es pelear. Es de primero de sentido común.

Le doy toda la razón.
Eso no tiene ni pies ni cabeza.

Ostras. Al final va a resultar que hay más gente como él por ahí...

Byleth. Femenino.
Byleth. Masculino.

Con lo mona que parece la chica... y lo bruta que es.

Eso es lo que diría una persona razonable. Me alegro de que no todos seamos como Balthus.

Me da igual lo que digáis; yo ya he averiguado lo que necesitaba saber: a esta gente no la envía la Iglesia.

Pero los indeseables esos podrían atacar en cualquier momento, así que no bajemos la guardia...

¿Qué indeseables?
¿Quién podría querer atacaros?

Alguien tiene el Abismo entre ceja y ceja. No dejan de llegar mercenarios que merodean y causan líos.

Nos dan muchos quebraderos de cabeza, y lo peor es que ni siquiera sabemos quién maneja los hilos.

Hay mucha gente en la Iglesia a la que le gustaría hacer limpieza en esta ciudad subterránea.

Por eso, cuando aparecisteis, pensamos que se trataba de un ataque. Sentimos el malentendido.

Y de ahí que os lanzaseis a por nosotros con furia homicida.

Como ha dicho Yup, lo sentimos. Últimamente estamos de los nervios.

¡Claro! Ni se nos pasó por la cabeza que alguien se aventurase en el Abismo por simple curiosidad.

¿Por qué se construyó el Abismo?

Ni idea. Esos túneles siempre han estado ahí. Puede que incluso sean anteriores al monasterio.

No queda nadie que conozca toda la verdad, pero te contaré lo que sabemos...

El Abismo es el hogar de quienes se ocultan de la luz del sol. Se puede decir que es el reverso sombrío de Garreg Mach.

La Iglesia hace la vista gorda porque cree que es necesario que haya un lugar como este para que Garreg Mach prospere.

Es muy simple: los habitantes del Abismo no interferimos en la superficie, y la superficie no interfiere en nuestros asuntos.

Pero, por desgracia, últimamente los habitantes de la superficie no dejan de hostigarnos.

Ensañarse con gente que solo puede encontrar solaz bajo tierra... ¡Qué crueldad! ¡No pienso tolerarlo!

Aunque me cueste admitirlo, a nosotros también nos sobran motivos para no aventurarnos a plena luz del día.

Gracias a la generosidad de nuestro benefactor, encontramos refugio en el Abismo.

Entiendo... Baltie, ¿tú también tienes razones para esconderte aquí?

Me temo que sí, Hilda. Estoy aquí porque... sobre mí pesan más recompensas que pelos tengo en la cabeza. Debía darles esquinazo a los cobradores.

Ay, no me digas...

Bueno, basta de cháchara. Ya es hora de que nuestros «invitados» vuelvan a la superficie.

¡Ni hablar! ¡Me opongo! ¿Por qué no aprovechamos esta ocasión de obtener ayuda?

¿Necesitáis nuestra ayuda?
No queremos problemas.

Para el carro, colega. Ni siquiera os hemos dicho lo que necesitamos. No os cuesta nada escuchar, ¿no?

Como acabamos de decir, últimamente no dejan de aparecer mercenarios por estos lares.

Excepto un servidor y pocos más, los que viven aquí no saben defenderse. Precisamente llegaron al Abismo huyendo de conflictos...

Ancianos y enfermos, huérfanos, mercaderes arruinados por culpa de la nobleza... En fin, pobres diablos.

Se puede decir que somos los encargados de defender a los desamparados, así como de proteger nuestro hogar.

¡Debo insistir en que nos prestéis auxilio! ¡Es por una causa noble!

Dimitri

Entiendo vuestro padecimiento, pero no puedo evitar preguntarme por qué confiáis en nosotros. Después de todo, venimos de la superficie.

Es nuestra decisión, tomada libremente. Por ahora. Al menos está claro que no os manda la Iglesia.

Además, no sois una panda de nobles petulantes, lo que os honra. Se nota en vuestra forma de comportaros y de luchar. Sabéis defenderos.

Con todo... No sé si sería ético involucraros en esta locura. Es nuestro problema, no vuestro.

Demasiado tarde: ya se lo hemos contado todo. Démosles la oportunidad de decidir por sí mismos.

¡Es verdad! Os invito a dar un paseo por el Abismo. Una vez que lo hayáis visto, estoy segura de que llegaréis a la conclusión correcta.