Constance &amp; Hapi A

Qué exquisitez, ¿verdad?

¡No hay nada mejor que el pescado fresco asado en una hoguera!

Y con una pizca de sal para darle el toque definitivo.

Vaya, quién me iba a decir a mí que un día te vería masticando comida normal y corriente, como el resto de los mortales...

Es una situación excepcional. Mi proyecto me obliga a ahorrar, y pescar en el río sale gratis, a diferencia de mis costosas visitas al mercado.

Ya, y con esto de la guerra... Otra razón más para economizar, supongo.

Mujer enters the scene

Ah, pero si eres tú, Constance... ¿Qué clase de porquería degustas en tan lamentable compañía?

Es obvio que, después de todo lo ocurrido, se ha rendido y ha decidido renunciar a su título. Pobre diabla.

¿¡Cómo se atreve!?

¡Ocúpense de sus asuntos, par de mentecatas! Y déjennos comer en paz.

¿Has oído algo? Me ha parecido escuchar el gimoteo de una gatita callejera, pero quizá lo haya soñado...

Ay, por favor. Ni siquiera usa cubertería... Se lo come todo con las garras.

Típico de una plebeya sin educación. Lo escalofriante es que Constance la imite. Qué vergüenza...

¡Qué crueles somos! Hurgar en la herida de la pobre Constance, después de todas sus desdichas...

¡Ja, ja, ja!

¿De qué te ríes tú?

Perdonen, pero es que encuentro hilarante su ridícula conversación.

Solo una cretina pensaría que comer con las manos supone un menoscabo para un noble. De hecho, esto me anima a tomar una resolución.

Cuando restaure la Casa Nuvelle, ¡en mis dominios se comerá pescado tres veces a la semana! ¡Y sin cubiertos!

¿Cómo?

Ah, por cierto... Hapi es una estimada amiga mía. No consentiré que vuelvan a llamarla «gatita callejera» ni otras lindezas.

El día que recupere mi título, seguiré frecuentando su compañía siempre que ella quiera.

¿Y cuándo ocurrirá eso, si puede saberse?

Si persistes en tu lamentable actitud, ya puedes olvidarte del asunto. Sobra decirlo.

Mujer, Mujer leave the scene

Hay que ver qué poquita clase tiene parte de la aristocracia...

¿A qué ha venido todo eso?

Son viejas conocidas. Unas arpías que se ensañaban conmigo en la escuela de magia.

No, me refiero a lo de que soy una «estimada amiga» tuya. ¿Lo decías en serio?

¿Eh? Bueno, cuando una se enzarza en una discusión tan desagradable, se dicen muchas cosas... Pero, sí, lo afirmaba de corazón.

Espero que, si algún día recupero mi título, eso no entorpezca nuestra amistad.