Byleth & Edelgard C+ / houses.fedatamine.com

	Nieve plateada, Flor carmesí
Disponible:	After Rumores de muerte Until Trono de sabiduría

Edelgard enters the scene

Byleth enters the scene

Ah, eres tú. ¿Qué te trae por aquí a estas horas?

Podría preguntarte lo mismo.
¿No puedes dormir?

Quería respirar algo de aire fresco. Corre una brisa bastante agradable.

Siempre me doy un paseo cuando me cuesta conciliar el sueño.

¿Tan evidente resulta?

Para mí el insomnio siempre va acompañado de claustrofobia, así que procuro salir a respirar aire fresco.

Yo tampoco podía pegar ojo.
Espera, creo que me está entrando el sueño...

Ya veo. Pero trasnochar es desaconsejable.

Je, entonces no permitas que te retenga y vuelve a la cama.

Debería intentar dormir, pero...

¿No sientes a veces la necesidad imperiosa de salir al aire libre?

Yo sí. En ocasiones, necesito sentir el sol y la brisa en la cara...

¿Recuerdas lo que te conté la otra noche acerca de... mi pasado?

Ninguno de mis hermanos pudo disfrutar de la vida que merecían. Una vida ordinaria, por así decirlo.

No me acuerdo bien. Me pediste que lo olvidara...
Sí, lo recuerdo.

Lose support points with Edelgard

Um. Si continúo la historia, quizá retomes el hilo.

Mis hermanos y yo permanecimos encerrados en las profundidades del palacio.

La idea era fortalecernos con el poder de un emblema mayor.

Siempre he poseído el emblema de Seiros, herencia inmemorial de la familia Hresvelg.

Pero se trataba de un emblema menor, y la mayoría de mis hermanos no tenía ninguno.

Para que de nosotros naciera un emperador capaz de dominar Fódlan, profanaron nuestros cuerpos.

Y he aquí el fruto de tanto sufrimiento: ¡yo, Edelgard von Hresvelg!

Por desgracia, el precio a pagar fue muy alto: el sacrificio de mis hermanos.

Y nuestras vidas no fueron las únicas destrozadas en el proceso. Personas inocentes perecieron sin tener la menor idea de la razón de su muerte.

Esta es la verdadera historia de la familia Hresvelg.

¿Quién fue el responsable de lo sucedido?
Resulta difícil de creer.

El primer ministro y su cohorte de aristócratas. Tenían al Imperio en la palma de su mano. Mi padre, el emperador, trató de detenerlos, pero fue en vano.

Por aquel entonces, solo era una marioneta incapaz de ayudarnos.

Sí, sé que cuesta creerlo, pero, cuando contemples mi verdadera fuerza, tus dudas se desvanecerán.

En efecto, pero tus dudas se desvanecerán cuando contemples mi verdadera fuerza.

Hasta hoy lo he mantenido en secreto, mas ya es hora de revelar mi segundo emblema.

CG 61

Es idéntico al tuyo, el emblema de fuego. Cuando recibí su poder, hice una firme promesa:

Que, por el honor de mi familia y de las pobres almas que dieron su vida por mí...

construiría un mundo en que sacrificios tan vanos como ese no se tolerasen más. Eso es lo que me impulsa a convertirme en emperatriz.