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Ferdinand, Dorothea enter the scene
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Ferdinand
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Qué sorpresa hallarte aquí, Dorothea. No sabía que fueses tan devota.
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Dorothea
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Hay mucho que no sabes sobre mí, Ferdie. Pero tienes razón, no me considero devota.
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Dorothea
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Te recuerdo que la Diosa y su sistema aristocrático provocaron todos mis males cuando era pequeña.
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Ferdinand
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Debes de ser muy valiente para proferir palabras tan duras en este sagrado lugar.
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Ferdinand
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¿De qué males hablas, concretamente?
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Dorothea
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¿De verdad tengo que contártelo?
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Dorothea
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Bueno, qué más da. Seguro que ya sabes que soy huérfana.
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Dorothea
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Me crie mendigando en las calles de Enbarr. Comía las sobras de la basura y bebía de los desagües.
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Ferdinand
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Ajá... Recuerdo haber visto en alguna ocasión a los niños que vivían en las calles.
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Dorothea
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Sobreviví de milagro, pero, un buen día, alguien me escuchó cantar...
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Dorothea
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Y, de repente, me convertí en una estrella. Fue increíble ver cómo me admiraban los nobles.
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Dorothea
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Quienes me escupían y me insultaban cuando era una vagabunda ahora alababan mi voz y mi belleza.
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Dorothea
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Incluso recuerdo un señor que un día me apartó a patadas... y luego llegó a agasajarme con hermosos zapatos. No sé si fue una broma o qué.
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Ferdinand
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Ahora entiendo cómo acabaste odiando a los nobles. Pero dime... ¿por qué crees que soy igual que ellos?
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Ferdinand
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¿De veras consideras que soy ese tipo de persona?
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Ferdinand
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¿Crees que mi actitud cambiaría simplemente en función de las apariencias? ¡Ese comportamiento no tiene nada de noble!
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Dorothea
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¿Te precias de ser diferente? Recuerdo cierta anécdota...
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Dorothea
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Ocurrió el día en que me convertí en artista. Estaba contentísima, claro.
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Dorothea
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Sin que nadie se enterase, me bañé en una de las fuentes de la ciudad para quitarme la suciedad que había acumulado en las calles.
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Dorothea
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Me puse a cantar la misma canción de siempre. Entonces apareciste tú.
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Ferdinand
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¿Yo? No, eso es imposible...
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Dorothea
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No te hagas el loco. Me echaste la misma mirada condescendiente que los demás... Y luego te largaste corriendo.
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Dorothea
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Después, cuando coincidimos en la Academia, te comportaste de forma completamente distinta: todo eran sonrisitas y palabras melosas.
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Dorothea
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Me recordaste a una abeja atraída por una flor, Ferdinand.
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Ferdinand
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De modo que eras tú quien cantaba en la fuente...
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Ferdinand
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Escucha, Dorothea. Todo ha sido un terrible malentendido.
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Ferdinand
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Cuando te vi... no fui capaz de apartar la mirada de ti. Me sentía hipnotizado.
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Ferdinand
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Tenías una voz preciosa, un rostro elegante. El sol reflejaba las gotas de agua... casi parecías una ninfa acuática.
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Dorothea
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Cállate. No me mientas...
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Ferdinand
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Digo la verdad. No era más que un niño, pero me impresionó lo que vi y por eso hui.
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Ferdinand
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Logré reunir el aplomo suficiente para volver a buscarte, pero ya no estabas. Entonces pensé que todo había sido un sueño.
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Dorothea
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Te creo. Ya quise hacerlo desde el día en el que me preparaste aquellos dulces...
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Dorothea
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Pensé que quizá no fueras como todos aquellos aristócratas. Pero... ay, Ferdie, hay cosas que me cuesta mucho superar.
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Ferdinand
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Lo comprendo, pero me alegra que lo hayamos hablado. Y no me importa que me hayas comparado con una abeja.
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Ferdinand
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Pasarme la vida volando y dando vueltas alrededor de una reina... Suena maravilloso.
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Dorothea
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Los zánganos espantan a los otros insectos que amenazan a la reina, ¿verdad? Eso sería todo un detalle por tu parte...